¿Sí o no a los regalos y bonificaciones?

Como usuarios asistimos de manera constante a promociones bancarias que, habitualmente, toman forma por un lado bien de bonificaciones a la hora de la contratación o traspasos entre productos financieros, o forma de regalos que acompañan dichas contrataciones ¿pero realmente son tan interesantes estas promociones como para ser determinantes a la hora de realizar una contratación de un producto financiero?

Hay diferentes lecturas para este tema, y sin embargo, la verdad es que pocas son positivas.

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Mucha bonificación igual a mucha vinculación

Realmente las bonificaciones o los regalos vienen a suponer casi siempre de entrada un volumen de vinculación superior al que el usuario ya poseía antes de acceder a dicha bonificación. Esto, este aumento del grado de vinculación, puede directamente repercutir por ejemplo en los costes de los diferentes productos contratados y englobados en la vinculación, hasta tal punto que supere de largo en gastos y costas la cantidad bonificada o el regalo recibido.

Esto es tan sólo una de las muchas posibilidades no precisamente positivas en lo relativo a acceder a una bonificación o regalo, pero hay más.

En muchas ocasiones en productos como por ejemplo los planes de pensiones, los depósitos, las cuentas de ahorro etc., el acceso a bonificaciones va necesariamente unido a la exigencia de períodos de permanencia sobre el producto.

Los regalos por domiciliar nómina

No resulta infrecuente que cuando se nos ofrecen regalos por domiciliar la nómina por ejemplo, se nos exija a la vez una permanencia determinada en el producto. Una permanencia que llevará en todos los casos aparejado el consumo a través por ejemplo de la obligatoriedad del uso de tarjeta en un volumen determinado, de la domiciliación de recibos, la contratación en paralelo de otros productos.

En definitiva por el hecho de acceder a una bonificación o regalo, acabaremos contratando y acercándonos a productos que no se encontraban probablemente en nuestro deseo inicial de contratación, con los costes correspondientes.

En conclusión una bonificación o regalo a contratar un producto financiero no tiene por qué ser intrínsecamente malo, pero, requiere sin ninguna duda, de un estudio importante por parte del usuario para ser capaz de determinar si realmente merece la pena acceder a ellos.

 

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